J. Carlos Fdz Izquierdo / Tamara García





 "Te quiero!!! Y yo!!!" Juan Carlos Fernández Izquierdo

  "Agua" Tamara García


Venimos del agua, nuestros ojos son vestigio de una licuación inicial. Éramos peces que sintieron la atracción de la tierra, el imán de arena de los desiertos. Fuimos espinas que devinieron en erguidas vértebras, en desplegadas alas. Deseábamos abrazar una realidad mayor, atravesar la malla de las nubes, ascender como pájaros enloquecidos a las regiones donde habitaban dioses imperfectos. Queríamos robarles el fuego y manchar su inmaculada divinidad con nuestro excremento, dar respuesta a la expulsión del paraíso, a nuestro ser inacabado.

Los cuatro elementos se nos presentan aquí como fuegos de nubes en tránsito, despeñados castillos de aire, raíces que despegan de la tierra, casas/cajas de agua, profundas y muy personales inmersiones en una realidad cada vez más descarnada.

El trabajo de Juan Carlos Fernández Izquierdo supone un permanente intento de rehumanización del mundo, nos enfrenta a nuestra orfandad, a la falsificación que implican los paraísos. En su obra los espacios nos interpelan y se nos muestran como universos conformados a partir de la extensión de los sentidos. La caligrafía de los cielos, su azul inhumano, todo apela a un desvío de la mirada, a una exploración de las fracturas de lo real. Sabe el artista que las metáforas ascensionales parten de una necesaria “toma de tierra”, ejes verticales que a la manera de la extraordinaria arquitectura de las tres estaciones de la cosmología dantesca, constituyen un profundo rastreo emocional, un viaje de arriba abajo y de dentro a fuera por las geografías de nuestro desconcierto. Sima y cielo.  

Tamara García, que no ignora nuestra licuefacción existencial, nos presenta una hermosa fusión de elementos. Sus casas expresan cómo la perplejidad cabe en lo doméstico. El agua se vuelve anegada alma. Almas potables que habitan casas, casas que son cajas, cuerpos, imágenes que registran la fragilidad de lo que pensamos como resistente. El agua distorsiona la materia, descompone la expresión de los rostros, revoca perfiles y gestos. Se nos muestran urbanizaciones, alegorías del orden, lugares de vida desde una percepción casi submarina. Nuestra conciencia, parece decirnos la artista, está constituida por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Nuestra realidad se revela así como flotante, el acuario donde se disuelven todas las certezas.


Fernando Abascal

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